El Sol comenzaba a colarse por las rendijas de la persiana, y su luz me despertaba con suavidad, pero yo no quería despertar aún.
Mientras luchaba por vencer mi vagancia, noté como alguien apartaba las sábanas y tras meterse debajo, nos tapaba a ambos. Noté el tacto de su cuerpo en el mio cuando se puso encima con cuidado, como si temiera romperme. Sentí su suave respiración a pocos centímetros de mi antes de que me besara con delicadeza, y su pelo me rozara la frente.
Tras un breve beso, oí como me susurraba al oido "buenos días cariño" y me mordía la oreja de forma cariñosa. Sonreí, y con esfuerzo abrí mis ojos que se habían negado a abrirse hasta ahora.
Al hacerlo, lo primero que ví fueron sus preciosos ojos mirandome fijamente, y su boca esbozando una amplia sonrisa. "Buenos días cielo" le respondí, y me acerqué para besar sus labios otra vez, pero esta vez fue un beso mucho más largo, donde nos llenamos de caricias mutuamente, queriendo que ese momento fuera eterno.
La abracé y ella se apoyó en mi pecho, para oir los latidos de mi corazón. Yo acariciaba su pelo, sus mejillas, sus labios. Le susurré que la amaba y un susurro suyo trajo a mis oidos un "y yo".
Nos quedamos mucho tiempo así pues no necesitabamos nada más, éramos felices simplemente con la presencia del otro.
Estos pensamientos son para ti. Son más que palabras, son deseos e intenciones. Te amo mi ángel.
viernes, 27 de enero de 2012
Amanecía
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