Volvía a amanecer, otro
día donde lo primero que veía al despertar esa su carita relajada
mientras dormía. Sonrió sin poder evitarlo, tantas veces había soñado
con esto, y, mientras sus ojos recorrían su carita, no podía evitar
sentirse extremadamente feliz de estar con ella por fin.
Todos
aquellos meses de espera habían llegado a su fin aquel día 10 de agosto,
cuando, con muchos nervios, tocó a su puerta y la vio salir a recibirle
con una gran sonrisa en su cara. No habían podido evitar emocionarse,
pero eso no evitó que se dieran un tierno beso, anhelado durante tan
largo tiempo.
Y ahora, mirándola, no pudo evitar emocionarse. Cada
día le decía que era perfecta, y cuando la miraba, no podía pensar otra
cosa. La ama, la ama con todo su corazón... y ahora que estaban juntos
nada lograría separarlos. Estaba seguro.
Acarició su mejilla, era
cálida y suave, y no pudo evitar sonreír un poco más. Acercándose con
cuidado, le dio un beso, muy delicado para intentar no despertarla. Vio
como aún en sueños se le formaba una pequeña sonrisa, esa sonrisa que él
tanto amaba. Se acomodó y siguió haciéndole pequeñas caricias,
esperando a que se despertara para susurrarle al oído "Bueno días mi
ángel, te amo"
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